jueves, 25 de marzo de 2010

Luna Carmesí [01/¿?]

N/A: Atención: si usted sufre de adoración a Chinen, Jun o Tackey, se le recomienda no leer este fic ya que puede llegar a provocar casos de decepción, odio y ganas de asesinato a las autoras. Si aún así desea leerlo, sea consecuente. Un saludo y buena lectura.


Capítulo 1




No sabía cuanto tiempo llevaba corriendo por aquel bosque mojándose por la lluvia y asustado por los rayos que caían del cielo, de lo único que estaba seguro era de que lo último que haría sería parar. Miraba de vez en cuando hacia atrás intentando que los vampiros que le perseguían cesaran su persecución. Las ramas se le clavaban por todo el cuerpo, arañándole la piel, haciéndole ser una presa fácil para los vampiros ya que olían la sangre del joven. Cae varias veces al suelo pero se levanta y sigue corriendo a pesar de la torcedura en su tobillo.

Ve una casa a lo lejos, una mansión, corre hacia ella como alma que lleva el diablo. Está ya a pocos metros para llegar hasta que escucha un sonido fuerte y hueco; mira hacia atrás un momento sin dejar de mover sus piernas pero no puede ver nada. Llama a la puerta desesperado, notando el frío en el cuerpo, la lluvia lo ha mojado entero. La puerta se abre lentamente dejando a ver a un chico más mayor que él pero joven, de unos veintitantos años, bien vestido.

-Señor, qué mal le veo.- Le sonríe al chico.

-Lo siento…es que… ne-necesito…yo…-Se encontraba bastante nervioso, no sabía cómo decirle que un grupo de vampiros lo estaban persiguiendo escasos segundos antes.

-Pasa muchacho, te vas a helar ahí afuera.- El que pensaba que era el dueño de la casa se hace a un lado dejándolo entrar. El joven entra y se queda quieto sin saber qué hacer.- Quítate los zapatos y los calcetines y siéntate en esa silla.- Señala una que está al lado de la entrada.- voy a por una toalla para secarte ¿vale?

El mayor se aleja dejándole solo. Se quita los zapatos y los calcetines y se adentra en el hall sentándose en la silla que le había indicado. Mira a su alrededor fascinado; debía de ser millonario, era una casa muy lujosa, grande y sobretodo elegante.

-Aquí tiene.- Le echa una toalla por los hombros y le frota con las manos los brazos.- ¿mejor? No se qué hacía por el bosque usted solo, pero, tiene suerte de que estuviésemos aquí. Tenga, le he traído un té también.- Sirve el té en la taza que había dejado anteriormente en una mesita y le tiende el líquido.

-Mu-muchas gracias señor.- Sonríe un poco dándole un sorbo al té notando el calor adentrarse y recorrerle todo el cuerpo.

-No es nada.- Le sonríe dulcemente.- te has arañado, sangras. –Nota como el mayor pasa un dedo por su mejilla, lo mira y ve que en él, hay una gota de sangre la cual lame.- mmm… está buena… - Sonríe y el joven lo mira asustado.- ¡Era broma! –Se ríe al ver la cara del muchacho.

-¿Quién ha venido, Masaki?- El joven alza la vista mirando al dueño de aquella voz tan elegante. Su mandíbula se afloja, abriendo la boca al ver a un chico unos años mayor que él, moreno, vestido con un elegante traje negro acompañado con una camisa roja y una corbata del mismo color que el traje, bajando las escaleras. Su mano izquierda metida en el bolsillo del pantalón mientras que la otra mano se desliza suavemente por la barandilla conforme baja los escalones.

El moreno se acerca despacio al joven recién llegado, su mirada fija en el menor, con semblante serio, analizándolo.

-Aún no se ha presentado, Ninomiya-sama.- Responde el castaño sin dejar de mirar al joven. El chico mira sin entender a ambos mayores, dándose cuenta de lo equivocado que estaba en sus cavilaciones.

-¿Cuál es…- El que parece ser el dueño de la casa se acerca inclinándose hacia él, dejando su cara a milímetros de la suya.-… tu nombre?- Termina de preguntar sonriendo de medio lado.

-Esto… yo… pues… yo… s-soy…- Las mejillas del joven se tiñen de rojo al notar la cercanía del atractivo anfitrión.

-¿Siempre eres tan elocuente?-Sigue sonriéndole.

-Soy Ohno… Satoshi, señor… -Susurra incapaz de elevar más la voz.

-Está bien Ohno-kun. Y ahora, cuéntame qué es lo que te ha traído hasta aquí.- Se aleja un poco sin dejar de mirarle.

-Me… me ¿perdí? – Suena no muy convencido sonriendo nervioso.- Llovía… y corrí para… guarecerme, señor.

-Llévale a la habitación de arriba, la que está desocupada. Dale otra muda de ropa.- Mira ordenándoselo a Masaki para luego darse la vuelta y sin dirigirle ni una mirada al invitado, sube de nuevo la escalera al primer piso, desapareciendo por el pasillo.

-Gra-gracias… -Susurra dándose cuenta luego de que el mayor ya no está.

-De nada, es todo un placer.- Responde Masaki sonriendo ampliamente.

-¿Eh?- Ohno mira al mayor y suspira.

-Venga pequeño Satoshi, ¿puedo llamarte así? Sí, ¿verdad? Me parece bien.- Se responde a sí mismo.- Ven, sígueme a tu habitación. Espero que no solo por esta noche.- Susurra para sí mismo al darse cuenta que las circunstancias que envuelven al joven son interesantes, y, para qué negárselo, esa casa tan grande era bastante aburrida y la llegada de Ohno comenzó acabando con la monotonía.

Ambos suben las escaleras, el mayor delante enseñándole el camino. Ohno mira a su alrededor maravillándose de la decoración y el aire misterioso de aquel antiguo caserón. Llegan a la segunda puerta a la izquierda del pasillo, encontrando una pequeña habitación discretamente decorada, con los muebles necesarios; una cama, un escritorio y un armario.

-Ya hemos llegado, por orden de Ninomiya-sama, a partir de ahora ésta será tu habitación.- Mira al joven.- Al salir a la derecha está el baño. Vete duchando y te traeré ropa seca en un segundo.- Le sonríe y sale de la habitación.

Ohno sale también sin dejar de mirar a su alrededor, enamorándose poco a poco del lugar. Abre la puerta del baño lentamente asegurándose de que no hay nadie en el interior, entrando. Abre la boca fascinado por el lujo que le rodea, el color beige del mármol y los azulejos, dándole un toque elegante al enorme cuarto de baño.

Se observa en el espejo, esperando a Masaki, no atreviéndose a desnudarse aún. A los cinco minutos se abre la puerta dejando ver al mayor con la ropa en sus brazos, la cuál deja encima del mueble del lavabo.

-¿No te has metido aún en la ducha?- Sonríe al percatarse de la timidez del joven.- Ten, un par de toallas.- Dice al sacar del armario dos suaves toallas.

-Gra-gracias Ma-Masaki-sama.- Mira al suelo esperando a que lo deje solo.

-No hace falta que me llames así, dime Aiba-san o Masaki-san.- Le dice sin dejar de sonreír. Sale del aseo dejándolo por fin solo. Y no fiándose mucho, cierra la puerta con pestillo.

Unos quince minutos más tarde, sale al pasillo con la ropa mojada en sus manos. Nada más salir se encuentra con el rostro sonriendo de Aiba.

-¿Cómo te ha sentado el baño?- Le guiña un ojo para luego observarlo de arriba abajo.- Te quedan un poco holgadas pero, te sientan muy bien.- Sonríe picarón.- las ropas de Ninomiya-sama sin duda, fueron la mejor elección.- Amplía la sonrisa imaginándose la cara de su señor cuando vea al joven con sus ropas.- Bueno, al grano.- Cambia su expresión a una seria.- Hay unas pequeñas directrices que debes seguir durante tu estancia en esta casa. Lo primero es que las dos habitaciones que quedan a ambos extremos del pasillo quedan total y absolutamente prohibidas, al igual que la segunda puerta a la derecha desde las escaleras. Lo segundo, al señor siempre debes dirigirte como Ninomiya-sama. Tercero, no debes salir de los límites del terreno sin permiso. Cuarto, las horas para comer son a las 7 de la mañana el desayuno, a las 1 la comida y a las 8 la cena, si no eres puntual, no comerás. Quinto, comerás con el servicio, siempre. Y sexto... puedes llamarme Masaki-san .–Sonríe de nuevo al joven recibiendo un asentimiento confuso como respuesta.

-Pero…M-Masaki-san... ¿Qué hay en esas habitaciones?- Pregunta Satoshi curioso mirando las puertas de las habitaciones a las que tenía el acceso prohibido.

-Hi-mi-tsu – Susurra guiñándole un ojo haciendo que Ohno se sonroje levemente. El mayor se da la vuelta pero enseguida vuelve a mirar a joven y lo señala con un dedo.- Puedes hacer lo que quieras, moverte a tu antojo, mirar los jardines, lo que quieras pero, siempre y cuando no incumplas ninguna norma.- Asiente ligeramente con la cabeza y se da la vuelta dirigiéndose a las escaleras dejando a un chico aún asimilando lo que está pasando.

Cuando despierta de su ensoñación decide adentrarse en su cuarto y sentarse un momento en la cama, y echarse hacia atrás un rato, pensando. Bosteza un poco, dándose cuenta de lo cansado que se siente y se desviste, quedándose solo con la ropa interior puesta. Se mete debajo de las sábanas, refugiándose en el calor de éstas, cayendo al momento, en un profundo sueño.

Se gira hacia la ventana aún durmiendo, no queriendo despertar. Estaba tan cómodo tapado con esas sábanas, calentito, abrigado, que no tenía pensado salir de ahí nunca. Unos ruidos hacen que gruñe levemente pero sin despertarse aún, no queriendo abandonar aquel estado. Pero tras el insistente golpeteo, abre los ojos un poco, escuchando aún los golpes. Se despierta de golpe un momento al darse cuenta de que en su habitación a la que llaman con tanta impaciencia. Abre la puerta aún medio dormido para encontrarse con Aiba esperándole con impaciencia.

-Vaya, vaya Satoshi-chan, si estás intentando seducirme... lo estás consiguiendo... - Se muerde el labio fingiendo deseo mientras lo mira de arriba abajo divertido.

Ohno se sonroja, abriendo los ojos desmesuradamente al notar como estaba vestido, solo con los bóxer.

-Masaki, vas a asustar al chiquillo.- El menor eleva la mirada encontrando al señor de la casa que lo mira de arriba abajo como anteriormente el mayordomo había hecho, pero esta vez, Ninomiya sonreía de medio lado. La sonrisa no era de agrado y eso compunge un poco al chico que mira al suelo rojo y sintiéndose un poco estúpido. Ninomiya se aleja de ambos aún sonriendo para luego morderse suavemente su labio inferior, pensando, en que ese chico no estaba del todo mal para ser un niñatillo.


-Perdona Satoshi-chan, vístete. Te espero aquí.- Le sonríe para luego darse la vuelta y darle la espalda a la puerta mientras que Ohno cierra, adentrándose de nuevo a su habitación, aún rojo y recordando esa sonrisa de Ninomiya.

-No le debo caer bien... -Susurra para sí cambiándose. Unos minutos después abre la puerta, con su vista fija en el suelo sin atreverse a mirar al mayor por la vergüenza que siente por la situación anterior.

-Venga Satoshi-chan, ¡alegra esa cara! hoy voy a enseñarte los jardines y... me tendrás que decir algo que te guste hacer.- Comienza a caminar hacia las escaleras asegurándose de que el menor lo sigue.- pero antes, lo primero es comer. Un buen desayuno siempre es bien recibido, ne ¿Satoshi-chan?.- Ohno levanta la vista y le sonríe un poco siguiéndole de cerca hasta entrar a lo que parece la cocina.

Mira a su alrededor, ya en el interior de la cocina. A sus ojos, una de las cocinas más grandes que haya visto. En el centro del lado izquierdo se encuentra todo lo necesario para cocinar y a alrededor, pegado a las paredes, una larga encimera, y al fondo lo que parece la despensa y una cámara frigorífica con una nevera al lado. En el lado derecho, sentados a una mesa, se hayan los que parecen, a ojos del menor, las personas del servicio. Pasa su mirada un poco avergonzado por todas ellas dándose cuenta de que una chica castaña lo mira de arriba abajo reflejando en su cara un profundo desagrado por el chico.

-¿Este es el nuevo? ¿Para qué queremos a alguien inútil, Aiba-san? Es un delgaducho, seguro que ni siquiera sabe cocinar - Dice la castaña mirando aún a Ohno con desagrado

-Bueno, no te preocupes, no eran esos mis planes desde un principio -Aiba suelta una pequeña risa- trabajará como mi ayudante, limpiará y seguirá mis ordenes

Ohno ve como la chica chasquea la lengua con desagrado y baja su mirada cohibido. - Aiba-san... u-usted comerá... t-también con nosotros... n-no? - Tímidamente le mira y se pega a él.

-¿Eh? por supuesto que si, Satoshi-chan. Por raro que parezca, sigo siendo parte del servicio.- Sonríe al joven dándole unas palmaditas en el hombro para luego empujarle un poco adentro, invitándole a entrar.- Desayuna algo, necesitas comer. Yuki-chan, ponle un vaso de leche con cacao y unos cuantos croissants. Este chico tiene que crecer.- Le saca la lengua mostrándole una silla donde sentarse, haciendo él lo mismo en la de al lado.- A mí lo de siempre, por favor.

-Aquí tienes cielo.- Ohno levanta la mirada para agradecerle a la señora con una sonrisa el desayuno. Yuki era una señora de unos sesenta años, de pelo cano y algo rellenita, pero con una sonrisa afable, que le transmitía una inexplicable seguridad.- Y... ¿Cómo te llamas, jovencito? - Ohno abre la boca para contestar pero otra voz se escucha en la cocina, llamando la atención de todos.

-Por favor... estáis como niños con un juguete nuevo.- La chica que anteriormente lo había mirado de mala manera, tenía su vista fija en la puerta de la cocina luciendo una sonrisa sarcástica.

-Masami, ¿tu no tenías cosas que hacer esta mañana? ahora que caigo.- La señora Yuki pone un dedo en su barbilla fingiendo reflexionar.- Aún no has limpiado el salón y... Ninomiya-sama está apunto de bajar.- Sonríe irónicamente a la muchacha llamada Masami que abre los ojos desmesuradamente y sale corriendo hacia la puerta, desapareciendo en un abrir y cerrar de ojos por ella.- No le hagas caso, es una amargada.- Le susurra la señora al chico sonriéndole dulcemente para luego guiñarle un ojo y volver a su trabajo en la cocina.

Asiente tímidamente a lo que la señora Yuki le dice y comienza a desayunar respondiendo de vez en cuando a las preguntas que Yuki y Aiba le hacen.

-Bueno, Satoshi-chan, ¿estás preparado para hacer un tour por la casa? - Le pregunta el mayordomo una vez terminados de desayunar. El joven asiente levemente y espera a que Aiba se levante para guiarlo. Éste se levanta de su asiento y sonríe a Ohno. - ¡Vamos! Sígueme. No hay mucho que mostrar, te enseñaré lo necesario para que puedas moverte sin problemas. -Sale de la cocina seguido de Ohno quien mira atento a su alrededor.

Nada más salir, Aiba señala a su derecha, mostrándole donde se encuentra el cuarto de baño de invitados, un poco más adelante, un pequeño pasillo se podía ver a la derecha que llevaba a lo que Aiba llamaba “la Sala de Música”. Debajo de las escaleras, con la puerta unos pocos pasos más adelante se encontraba la habitación de Aiba.

-Esa es mi habitación, ni se te ocurra entrar.- Señala al chico con el dedo.- Tampoco te lo recomiendo, se escuchan ruidos raros provenientes del piso de arriba.- Pone cara de exasperación y recibe una mirada confusa por parte del menor.- Sigamos.

Entran en el comedor, una habitación bastante grande, rodeado de muebles expositorios, en su interior se pueden observar las distintas vajillas que a ojos de Ohno, parecían de lo más lujosas: a un lado de la puerta se encontraba un pequeño mueblecito en el cual había unas cuantas copas y jarras, lo que supuso el menor, recordando de donde venía, que en el comedor privado había un mueblecito muy parecido donde se encontraba la bebida y los sirvientes la cogían de ahí para servir a los invitados especiales del señor. En medio de la sala, ya volviendo al comedor, estaba la gran mesa de madera rodeado de sillas del mismo modelo.

-Tú serás el encargado de escanciar el vino al señor, procura que siempre esté llena la copa.- El menor asiente a todo lo que dice hasta que se da cuenta de un pequeño detalle.

-Aiba-san, ¿desde cuando estoy trabajando aquí?- No recordaba haberle pedido trabajo tampoco pensaba quedarse mucho tiempo.

-Desde que…- El mayor se da la vuelta mirándole fijamente.- tu vida peligra fuera de los terrenos de Ninomiya-san.- Le sonríe revolviéndole el pelo.- No te preocupes, el señor no tiene objeción ninguna.- Se da la vuelta andando hacia una puerta.- mientras que le agradezcas tu hospitalidad, trabajando como mi ayudante.- Entra en la sala contigua cuya forma es en “L”

-N-Ninomiya-sama es muy amable…- Susurra un poco sonrojado.

-Lo es… aunque de miedo a veces y… sea un libertino.- Sonríe mirando a Ohno.- Espérate todo de Ninomiya-san, Satoshi-chan, puede tanto decepcionarte como todo lo contrario…- El menor miraba a Aiba un tanto confuso.- Pero eso ya lo irás viendo conforme pase el tiempo. ¡Bueno! Éste es el salón. Aquí tendrás que servirle el té al señor a partir de mañana, siempre una hora después de que acabe el señor de comer. Y… si tienes suerte… puede que te invite a una galleta.- Le guiña un ojo para después reírse arrancándole un sonrojo y una pequeña sonrisa al menor.

El chico echó un vistazo a su alrededor, observando la sala completamente. Nada más entrar, a la derecha había una pequeña mesa redonda de cristal y a su izquierda una estantería de madera llena de libros, pudo observar que había muchos escritos en otros idiomas, al lado de la estantería había un pequeño ventanal. Al fondo estaban la chimenea con una mesa de té enfrente, rodeada de un sofá de tres plazas y dos sillones individuales. En la otra parte del salón se encuentra un sofá en forma de “L” enfrente de un mueble de madera con una televisión panorámica y un montón de cajones y cristaleras con objetos antiguos en su interior y un home cinema rodeando todo el salón.

-Ésta tarde te enseñaré los jardines, te encantarán.- Le vuelve a revolver el pelo.- El señor debe estar a punto de salir de su baño matutino, mientras nosotros, nos ocuparemos de lavar la ropa y limpiar un poco, ¿qué te parece?- Pregunta recibiendo como respuesta un pequeño asentimiento de cabeza.

En la mañana Ohno estuvo estudiando el hábito de trabajo de la casa, la chica que parecía odiarle, lo molestaba con algún comentario o ensuciando todo lo que el menor limpiaba, en una de esas veces, el señor de la casa entró en el salón y apenas dirigió su mirada a ellos, hecho que a Ohno no le molestaba en lo absoluto pero que a Masami sí. La hora de la comida llegó; comió con todos los sirvientes deprisa y corriendo porque enseguida comía el señor en el comedor, así que, en medio de lo que se dice pío, Ohno estaba ya en el comedor jarra en mano esperando a servir el vino.

Ninomiya ya estaba sentado en su lugar en la mesa. Aiba le había dado la señal para acercarse y escanciar el vino en la copa del señor. Notaba sus piernas flaquear y sus manos temblar haciendo sonar el cristal de la copa al chocar contra la jarra, poniéndole aún más nervioso. Incapaz de mirar a Ninomiya a los ojos, vuelve a su sitio aún temblando. Levanta su mirada y mira al mayor que observa la copa para luego acercársela a los labios y mirarle a él directamente mientras le da un pequeño sorbo, Ohno, traga saliva tembloroso y más al ver una sonrisa de medio lado asomar por el rostro de su, ahora, señor. Su mirada se aparta de él, arrancándole un suspiro de alivio cuando comienza a comer sin volver a dirigirle la mirada.

Llegada la tarde, Aiba quería llevar al menor a dar una vuelta por los jardines. Cuando Ohno salió a la parte de atrás de la mansión, se quedó impresionado de la enormidad de la piscina, rodeada de unas cuantas tumbonas con sombrillas plegadas. Al otro lado de la piscina, a un nivel por debajo de la casa, contempló maravillándose de la gran extensión de colores que se desplegaba ante sus ojos.

-No te impresiones tan pronto Satoshi-chan.- Le sonríe viendo la expresión en la cara del menor.- Te encantará la variedad de plantas y flores.- El chico solo asentía, sin ser capaz de articular alguna palabra ante la belleza que se le presentaba delante.

Bajan por una de las dos escaleras de piedra que encierran entre ambas una fuente de agua. Al estar ya abajo y ver de cerca el jardín, sus ojos no pueden más que emocionarse y pensar en si algún día podría plasmar tanta belleza en un papel. Aiba estaba mostrándole todas las flores y le enseña, por último los hermosos rosales de varios colores, pero su atención la atrajo una rosa burdeos, preciosa a la vista del menor. Hipnotizado por tal belleza, acerca su mano para poder experimentar la suavidad y poder deleitarse de su perfumado olor, pinchándose al agarrarla para acercarla a su nariz. Tras un quejido se da cuenta de que de su dedo comienza a salir sangre y mira alarmado a Aiba encontrándose con que la mirada no está en él sino en la mansión. El mayor sigue concentrado en la mansión, frunciendo el ceño y Ohno no puede más que mirar hacia la residencia sin entender muy bien lo que sucede hasta que nota una tela rodearle el dedo. Mira a Aiba que no aparta su mirada aún de la mansión.

-Ten cuidado la próxima vez.- Le dice aún sin mirarle.- Quédate aquí, da una vuelta por los jardines. Ahora vuelvo.

Aiba entra al interior de la casa, había escuchado una copa romperse y había notado a su señor alterado sorprendiéndole a él mismo, ¿una gota de la sangre de Satoshi le había hecho ese efecto al señor? Cuando entró al comedor no había nadie excepto dos sirvientas que acababan de entrar para limpiar el cristal roto de encima de la mesa. Aiba podía ver perfectamente a Ninomiya leyendo el libro mientras tomaba pequeños sorbos de ese preciado líquido rojo hasta que antes de beber un poco, se para oliendo la dulce fragancia de la sangre de Satoshi, seguro que Ninomiya notó como se alteraba su cuerpo y sus ojos cambiar al azul hielo, claro signo de deseo. Aiba sonríe de medio lado pensando que ese chico era de lo más interesante.

Sube las escaleras hasta el piso de arriba y se coloca enfrente de la puerta del despacho del mayor escuchando un “lárgate” pero, ignorando la orden, abre la puerta. Su señor había bajado todas las persianas, cerrado las ventanas y echado las cortinas, cubriendo la habitación en penumbra.

-Señor, ¿se encuentra bien?- Sonríe un poco intentando que Ninomiya no lo viese.

-¡Te he dicho que te largues!- El mayor se encuentra apoyado con una mano en una de las lejas de la estantería intentando calmarse.

-Señor, apenas ha sido una gota de sangre.- Mira al moreno intentando leer sus movimientos.

Aiba seguía atento al mayor notando como éste giraba un poco su cabeza para mirarle fijamente. El resquicio de luz que entra a través de la puerta entornada detrás de sí hace que los ojos azul hielo de Ninomiya brillasen, nota un sudor frío recorrerle y traga saliva.-No se preocupe señor, lo dejaré solo para que... se calme... un poco... -Sonríe un poco dándose la vuelta y cierra la puerta tras de sí dejando salir un suspiro.- No hay quien trate con él cuando se cabrea...- Se dice a sí mismo para empezar a andar inmediatamente después a donde minutos antes había dejado al muchacho.

-¿Ha pasado algo Masaki-san? - Pregunta el joven al ver volver al mayordomo.

-Nada grave. - Aiba le dedica una pequeña sonrisa. - ¿Has visto ya todos los jardines?- Asiente feliz Ohno.

-Son preciosos.- Sonríe ampliamente mirando a su alrededor, echándoles un último vistazo.

-Entonces, te enseñaré los establos ¿Te gustan los caballos?- Le revuelve el pelo de nuevo haciéndole que le siga.

-¿Hay caballos? Esto es enorme…- Abre la boca sorprendido sin poder evitar sonreír aún más.

-El señor desde pequeño ha hecho equitación, le encanta montar a caballo.- Mira de reojo a Ohno que sigue maravillado por la idea.- Veo que… si que te gustan los caballos.

-Siempre he querido ver uno de cerca… antes solo… podía verlos a través de las ventanas de la casa…- Susurra.- pero ahora voy a ver uno de cerca ¿verdad?

-Si, no solo uno sino varios.-Coloca una mano en la parte baja de la espalda del menor empujándole un poco para que siga sus grandes zancadas.


Aiba sube las escaleras con lentitud con la cena de su señor en una bandeja que lleva con sus manos. El muchacho se había acostado hace un rato, cansado del día y después de la cena de bienvenida que Yuki le había preparado con tanto amor. Llama a la puerta de su despacho notando ya desde la puerta las malas vibraciones. Escucha un “pase” y haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad, se adentra al despacho de su señor.

-Ninomiya-san, le traigo la cena.- Le sonríe como si nada hubiese pasado.

-Masaki, dije que no me apetecía cenar.- Su señor estaba con su vista fija en la pantalla del ordenador.

-Debería comer algo. No es la primera vez que tiene esa sensación ¿verdad?- Se acerca dejando la bandeja en el escritorio de Ninomiya.

-¿Cómo lo sabes?- Pregunta aún ensimismado.

-Por eso dejaste a Satoshi-chan quedarse, ¿no es así? – Le mira, serio. No entendía muy bien a su amo. Era una persona muy cerrada, apenas hablaba con nadie, ni siquiera con él; solo había una persona que supiese cualquier cosa sobre su señor. Se asoma una sonrisa de medio lado en la cara del mayor y eleva su vista mirando al mayordomo.

-Es… curioso… ¿no crees? Nunca, nunca he sentido este deseo por la sangre de alguien… - Susurra con voz ronca, recordando el olor de la sangre de Ohno.- La primera vez… supe controlarme… -Coge la copa de “vino” de la bandeja, dándole un pequeño sorbo, degustándolo.- pero, hoy no he podido, sentía el deseo recorrerme.- El mayordomo mira fijamente a Ninomiya, estudiando las facciones de éste, dándose cuenta de la realidad de sus palabras.

-¿Qué harás Nino? – Tutea al mayor.

-No puedo hacer nada.- Mira a Aiba con determinación en los ojos.- solo quiero… tenerlo más tiempo aquí.


Ohno gira aún dormido por la cama, no queriendo despertarse aún, pero los insistentes golpeteos en la puerta y una claro “Satoshi-chan, se te hace tarde para el desayuno” de Aiba le obligan a levantarse. Se estira desperezándose y se rasca la cabeza mientras bosteza. Se pone unos vaqueros y una camiseta con una sudadera un tanto holgada y sale de la habitación, arrastrando los pies, escaleras abajo.

Al llegar a la cocina, saluda con una sonrisa a Yuki y a los demás con la mano, sentándose al lado de un sitio reservado por el mayordomo, a su lado. Yuki enseguida le sirve un vaso de leche con cacao y unos bollitos, para que desayune bien. Cuando termina, se levanta siguiendo a Aiba, comenzando a limpiar el salón y demás quehaceres de la casa.

Al mediodía, a la hora de la comer del señor, Ohno se encuentra con la jarra con el vino, que ahora que se fija, la consistencia no es tan líquida como pensaba. Mira ensimismado el vino que al acercar su nariz, el olor que se adentra en él no era del todo afrutado, arruga la nariz un tanto extrañado al captar cierto olor metálico en el vino. Sale de sus cavilaciones al darse cuenta de que hacía un rato que debía de haber llenado la copa de su señor, cosa que hace enseguida, esperando que éste no se hubiese enfadado con él por la tardanza.

Observa a Ninomiya comer, todos sus movimientos eran elegantes y atrayentes, la manera de coger el tenedor, el cuchillo, la forma de agarrar la copa y beber de ella, todo con movimientos lentos y sensuales que hacen enrojecer a Ohno que sacude la cabeza haciendo desaparecer tales pensamientos de su cabeza. El sonido de algo romperse llama la atención de todos los presentes en el comedor. A Saeki-san se le había resbalado un plato y estaba agachado recogiendo los restos cuando Ohno ve a Ryuta-san acercarse a él para darle un pañuelo ya que se había cortado con uno de los filos rotos del plato.

La mirada de Aiba conectó enseguida con la de Ninomiya que lo miraba muy serio, dándose cuenta de que no era él sino la sangre de Ohno, la que era especial ya que la sangre de Saeki no había tenido efecto alguno en él. Aparta la mirada del mayordomo fijándola en el joven que mira preocupado al otro sirviente, sus ojos entrecierran levemente recorriendo el cuerpo de Ohno de arriba abajo parándose en el cuello de éste, notando desde la mesa, la yugular del joven palpitar, llamándole. Cierra un segundo los ojos volviendo su mirando a la copa de la que sorbe un poco haciendo como que nada ha sucedido.

La tarde pasó sin ningún contratiempo y Ohno tuvo tiempo para estar un rato con los caballos, cuidándolos y acariciándolos. La noche llegó y Ohno nada más llegar a su cuarto se tumba boca abajo, rendido quedándose dormido enseguida. Se despierta unas horas después por culpa de una pesadilla, sudando y con la respiración acelerada. Se sienta en la cama respirando profundamente y decir salir de la habitación para que le de un poco de aire. Nada más salir, en el silencio sepulcral de la casa se escuchan unos ruidos de alguien, era una mujer seguro. Ohno se acercó a un lado del pasillo observando la habitación del final de éste, aquella que le estaba prohibido entrar.

Se queda un rato observando escuchando un grito, de la mujer que hace a Ohno dar un pequeño salto por la sorpresa y en un momento su rostro toma un color carmín al darse cuenta de que esos ruidos eran gemidos, aunque apenas sabía nada sobre eso, de donde venía no era nada extraño que los vampiros tuvieran relaciones entre ellos de ese estilo, y esos ruidos eran muy comunes. Sin hacer mucho ruido baja hacia la cocina queriendo refrescarse un poco e intentar no pensar en la pesadilla que había tenido antes.

Abre uno de los armarios, sacando un vaso que llena de agua y se sienta en la mesa donde comen siempre. Mira el vaso dándole un sorbo y suspira para luego volver a beber de él. A su mente vuelven los gemidos de la desconocida muchacha haciéndole sonrojar de nuevo el hecho de que en esa casa también se den ese tipo de relaciones completamente ajenas a él. La puerta abriéndose asusta al menor que da un pequeño salto de la silla. Eleva su mirada dando con la del señor de la casa. Se levanta rápidamente de la silla y baja su cabeza saludándole.

-Y-yo… ya me iba…- Susurra yendo a dejar el vaso en el fregadero para irse sin mirar aún al mayor.

-Satoshi.- Sonríe sabiendo que éste no lo estaba mirando.- Sírveme un vaso a mí también, por favor.- Dice suavemente. El menor deja de nuevo el vaso en la mesa y nota como su señor se apoya en la encimera sabiendo que no deja de mirarle. Llena el vaso y se lo deja en la encimera.

-A-Aquí tiene.- Vuelve a susurrar dándose cuenta, esta vez de que Ninomiya solo lleva puesto la ropa interior, unos calzoncillos que le hacen sonrojar aún más. El mayor coge el vaso rozando los dedos del chico a posta haciendo que éste se muerda el labio y sin mirarle sentarse de nuevo en la silla que antes ocupaba

-Gracias.- Le sonríe dándole un sorbo al incoloro líquido. Ohno asiente elevando su vista y mirando bien a su señor que ahora mira la pared de enfrente cavilando. Ohno tiene una ligera idea de lo que había estado haciendo Ninomiya pero su mente no quería imaginárselo, traga saliva observándole. El pelo lo tenía un tanto desordenado, sus facciones relajadas pero a la vez pensativas; su mirada si bajando al pecho de su señor, recorriendo suavemente con la mirada el pecho pálido acabando en la única prenda que lleva. Desvía la mirada sonrojado al darse cuenta de que Ninomiya era un chico enteramente atractivo.

-D-De nada… Ninomiya-sama.- Le da un pequeño sorbo al agua más que por sentirse sediento, por humedecerse los labios resecos.

-Satoshi…- Susurra mirándole ahora.- ¿le gusta la casa? – Pregunta con curiosidad.

-H-Hai… es muy grande.- Sonríe un poco.- y, la gente es muy buena. El señor es muy amable conmigo.- Su sonrisa se vuelve un poco triste, cosa que no es ignorada por el mayor.

-¿Has visto los jardines?- Sigue preguntándole, sintiendo una necesidad de saber qué es lo que piensa el chico.

-Son preciosos Ninomiya-sama, y ¡enormes!- Se ríe suavemente.- Me gustan las flores.

-A Masaki también.- Sonríe levemente.- Le encanta pasar su tiempo libre cuidando los jardines.- Deja el vaso en un lado y se acerca al chico inclinándose para mirarle.- Fuiste un esclavo ¿no? – El menor lo mira tragando saliva, nervioso por la cercanía.

-E-Era sirviente… cómo aquí señor.- Se muerde un poco el labio. Ninomiya sonríe de medio lado, repasando todas las facciones del chico.

-Espero, que sepas arreglártelas bien aquí Satoshi, porque vas a quedarte por cuanto tiempo desees.- Se acerca un poco a Ohno que se echa a la vez hacia atrás, huyendo nervioso.- No te acuestes tarde, tienes que madrugar, ¿no es así?

-H-Hai.- Asiente rápidamente y ve como se aleja, dándose la vuelta y yendo hacia la puerta.- N-Ninomiya-sama.- Llama antes de que se vaya. El mayor se gira mirándole.- Y-Yo… g-gracias…- Ninomiya le sonríe un poco e inclina levemente la cabeza hacia delante.

-Eres… una persona interesante Satoshi…- Con eso se da la vuelta, saliendo por la puerta y cerrándola por detrás.- Muy interesante.- Sonríe para sí subiendo las escaleras y volviendo a la habitación que antes ocupaba para seguir con los quehaceres que ha dejado a medias, pero esta vez, por su mente solo ronda Ohno Satoshi.

2 comentarios:

  1. wow !!!!
    tus fics son tan entretenidos y atrayentes !!!

    me gusta mucho espero la continuacion !!!!

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  2. ¡Muchas gracias por leer! y gracias también por comentar, me alegra saber que te gusta lo que escribo >___<

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